Por Maca Ortiz //
En este mes de junio, Bailemos va a rendir un merecido homenaje al cuarteto. Esto se debe a que el típico ritmo cordobés celebra en este mes sus 70 años.
Allá por el 4 de junio de 1943 la emisora radial LV3 transmitió la primera audición masiva del Cuarteto Característico Leo. Este grupo nació desde el profundo centro de la Argentina. Según cuentan, pretendían diferenciarse de la clásica orquesta tanguera. De esta manera se asentaba un rasgo regional fuertemente vinculado con las tradiciones inmigrantes del interior cordobés. El nombre del "Cuarteto Leo" se debe a Leonor Manzano, la hija del creador del grupo, Augusto Manzano. Fue ella quien, como integrante de la orquesta, innovó en la marcación rítmica para lograr lo que se conoce como "tunga tunga".
Ahí empieza la historia. Un fenómeno único e insospechado que creció y se arraigó hasta llegar a lo más profundo de Córdoba, hasta su ADN, hasta su identidad cultural. Las figuras emblemáticas de la música del cuarteto son muchísimas. Pero así como nació musicalmente, los pies y el cuerpo entero lo acompañaron. La forma de bailarlo también cambió a lo largo del tiempo. Podría decirse que en sus inicios guardaba una estrecha relación con música española e italiana. Incluso ahora en algún punto llega a parecerse al merengue o es afín a los ritmos caribeños.
No se trata precisamente de una danza formal ni de elite, pero eso no significa desvalorizarla, de ninguna manera. Todo lo contrario. A nuestro criterio, no existen danzas mejores ni peores sino diferentes, cada una con sus características únicas. El cuarteto es baile creado por la gente, surgido de la espontaneidad. A veces resulta difícil para un cordobés explicar con precisión cómo se baila. Porque en vez de entenderse, el cuarteto se siente y lleva a los pies a improvisar. Y, como en cualquier ritmo, si se baila con el alma, se nota.
Es cierto que bailarlo o escucharlo no es una condición excluyente ni obligatoria. Quien no baila puede mirar, pero nadie está obligado a bailarlo o escucharlo si no le gusta. Sin embargo no se puede negar que esta forma de bailar se construye todos los días desde las circunstancias más diversas y es intrínseca a la historia de Córdoba.
Bailar cuarteto es alegría, es amistad en una ronda, es chispa en cualquier pareja. Es una complicidad inexplicable entre el balanceo de cadera, los pies y todas las partes del cuerpo. Es festejo, es despreocupación, es soltura. En otras palabras, es el libre movimiento cordobés en su máxima expresión. Su chispa tan mágica y contagiosa que se expande mucho más allá los límites de Córdoba.
70 años no son pocos. Quien baile en Córdoba debe saber que, muy probablemente, su suelo late al ritmo del cuarteto. Y desde aquí le rendimos este homenaje
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