sábado, 8 de diciembre de 2012

EDITORIAL // La pose final

Por Maca Ortiz

   En este mes, Bailemos va a dedicar su edición, justamente, a la altura del año a la que llegamos. Los cierres de año se parecen en mucho a una pose final. El año que se va marcó un ritmo y cada uno sabe cómo lo bailó. Pero llega ese momento tan especial de la coreografía en que sabemos que la música se termina y se viene la pose final. Quizás es el momento en que más adrenalina y agitación se siente, o es un encuentro de sensaciones entre todo lo que ya se bailó y lo poco que falta.
   Dicen los que saben que, para el público, los momentos más memorables de una coreografía son el inicio y el cierre. Eso puede generar un poco de presión, pero quienes están sobre el escenario viven la coreografía de punta a punta desde otra perspectiva. Quien baila sabe de la pasión, el ensayo, el sacrificio, el esfuerzo, los golpes, pero sobre todo, sabe lo que se siente la energía y la magia puesta en cada paso, en cada desliz  y en cada segundo. En otras palabras, sabe de esa sensación tan única que le recorre cada rincón del cuerpo y el alma.
   Al fin y al cabo, la pose final puede simbolizar la finalización de algo. Pero lo más positivo de ella es, sin duda, que es el momento de escuchar, por un lado, los aplausos y las ovaciones, y por el otro, la satisfacción propia, o esa sensación de pensar que "la coreo se pasó volando". Si se piensa más detenidamente, puede que la coreo en sí pase rápido, pero también pasó a ser mucho más que una simple coreo por todo lo que hay detrás de ella y de su pose final más allá de lo visible.  
   En fin, llegó el momento de respirar profundo para la pose final del año. Cada persona la vive a su manera...



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